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martes, mayo 25, 2010

Escalones y Mentiras

A mis 18 años, vi la película El Tambor de Hojalata. En una de las escenas, el niño protagonista para llamar la atención se lanza por las escaleras, causándose enanismo. No creció más. Meses después, vi Santa Teresa de Ávila quien, en nombre de su amor a Jesucristo, se auto flagela. Jamás pensé ver enanos por decisión, ni grandes cicatrices hechas en la piel por las mismas manos que se las curan. Pero me equivoqué. De repente los medios de comunicación nacionales me parecen una copia barata de estas escenas. Barata, porque al menos las que vi en pantalla tenían estética.

Los representantes de Teleamazonas se pasean por los corredores de la ciudad llamando a la justicia y a la verdad mientras se latiguean la espalda, cual mártires. Al parecer ni la justicia ni la verdad está dispuesta a escucharlos. Tal vez, y solo tal vez, sea que ambas se cansaron de tocar sus puertas y, ahora que las necesitan, simplemente ya no quieren visitarlos.

Son muchos los periodistas que se lanzan escaleras abajo, en lo que ellos llaman digno acto de rebelión para demostrarle al gobierno que no podrá quitarle al periodismo del país su libertad de expresión. ¿De qué le sirven al país un montónde defensores que no alcanzarán jamás el ideal de la transparencia? ¿Cómo pueden reclamar el derecho a ser libres de expresarse, cuando lo que expresan es aquello que los dueños de sus medios les indican?

El Ecuador no necesita periodismo independiente, ni periodismo libre, ni periodismo serio. Necesita periodismo en primer lugar. Y en segundo, necesita quien decida bajar las escaleras paso a paso, en lugar de botarse abajo sin siquiera prender la luz. Señores periodistas, el periodismo es una vocación, no un negocio. Es ser un trovador moderno y no un banquero frustrado.



¡Pura Vida!

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