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jueves, junio 17, 2010

El Otro Mediático

Resulta necesario extender el concepto del otro mediático. Según el autor francés René Girard, el medio construye la imagen de otro que debe representar una forma de desear. El truco está en crear una imagen que sea deseable o no deseable, sino por todos, al menos por la mayoría. Los medios incluyen entonces a otro, a un común que sea una proyección ficticia, mientras que a aquellos que muestran algún nivel de diferencia con estos modelos, lo muestran como a una posibilidad, un ideal, más no como una realidad y menos aún como una existencia a la que apoyan.

Girard también señala que existen dos tipos de mediaciones entre el otro mediático y la sociedad. En la primera mediación, sus esferas no entran en contacto, lo que significa que puede haber influencia, pero no penetración (como el cine y sus espectadores). En la segunda mediación, las esferas entran en contacto, produciendo que el uno entre en el otro (como los talk shows y sus espectadores). Es justo aquí cuando la idea de aquél otro mediático se implanta creando juicios de valor, mitos y estereotipos dentro de la sociedad que luego son utilizados por esta para valorar su medio, su contexto y sus relaciones con otros entes sociales.

Otros autores franceses como Giles Deleuze y Marc Guillaume han agregado a este concepto la necesidad que tienen los medios por informar de manera veloz. El invadir de información a la sociedad y su constante reemplazo crea en ella la idea de un no territorio, es decir, que van fragmentando su identidad; no tienen tiempo para asimilar lo que se les informa según su realidad, solo lo absorben. Se trata entonces de un despojo que los medios realizan buscando la alienación de la sociedad, es decir, la creación de una sociedad única, con características y comportamientos adquiridos y repetidos.

Este otro que los medios construyen a modo de modelo, está presentado según ciertas normas, respaldando la sectorización dentro de la sociedad. No apoya la inclusión ni el respeto por la diferencia; todo lo contrario, crea un constate conflicto dentro de la sociedad mediante la imposición de ciertos prejuicios. Según la autora Marta Lamas, estos prejuicios están presentes en el lenguaje, los contenidos, las ideas, las tradiciones y los manejos de los medios. Existen dos tipos de prototipos creados por los medios: por un lado aquellos perfectos y exitosos que despiertan el deseo de ser como ellos. Y por el otro, aquellos puestos como incomprensibles y peligrosos, lo que produce el deseo de alejarse de ellos.

Tomemos por ejemplo la imagen de los rockeros. Desde el trágico incendio en la Old Factory el 19 de abril del 2008, la imagen de los rockeros ha tomado una nueva fuerza. Antes e incluso durante la primera etapa desde el suceso en esa discoteca, la imagen de los rockeros construida por los medios era la imagen del miedo. Los rockeros eran vistos por la sociedad, gracias a los medios y la reproducción que éstos hicieron, como gente drogadicta, resentidos, una amenaza para la sociedad porque eran violentos y buscaban problemas en todas partes. Eran un absceso social; pero jamás dijeron que, de haber sido así, eran producto de una sociedad que nunca les dio espacio y por tanto, ellos al ser rechazados por ella comenzaron a rechazarla también.

Las estadísticas demuestran que los medios no reflejaban la realidad de los rockeros: los conciertos de rock son mucho menos violentos que los de reggaeton. A partir del incendio, se hizo público el hecho de que las autoridades no brindaban apoyo a estos grupos minoritarios – que no son reducidos. El concierto se llevó a cabo en un lugar poco seguro porque no había otro lugar donde hacerlo. La Casa de la Cultura se negó a abrir las puertas de su ágora para llevarlo a cabo. Es igual de importante señalar que si bien fue un lugar no apropiado, los organizadores no manejaron la capacidad del lugar ni el acceso a las salidas de manera responsable. Al igual, quien prendió la bengala produciendo el incendio fue el verdadero culpable de la tragedia, cuya dimensión fue responsabilidad de las autoridades y de los organizadores.

¡Pura Vida!

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