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jueves, junio 17, 2010

Vallenatos, más que una política

Los vallenatos se han convertido en una especie de moda en el Ecuador. Este raro fenómeno reúne cada vez a mayores grupos de personas que corean las canciones de los grupos más conocidos de Colombia. El pasado 31 de mayo se realizó un concierto en el Cerebro Club donde se pudo apreciar la afición a este género musical, no originado en nuestro país.

La coyuntura no puede explicar, después de tanto problema con el hermano país, cómo la gente apoya cada vez más a quienes emigran buscando nuevas oportunidades en nuestro territorio. Es del diario vivir el escuchar la réplica contra quienes, según la mayoría de los ecuatorianos, vienen a robarnos las fuentes de trabajo, tan escasas en el país. Talvez quienes corean con tanta emoción la lírica propuesta por estos emigrantes, puedan explicarlo mejor.

Según Santiago Yandún, quiteño de 26 años de edad, él asiste a varios conciertos de este género, pues su afición viene desde sus tiempos colegiales, en que las primeras reuniones con los amigos eran animadas por el sonido del acordeón. Dice que además “siempre se encuentran chicas colombianas, que están como quieren”, y esto le da un toque extra a las fiestas. Al preguntarle qué pensaba sobre los reiterados conflictos entre países nos comentó que no le afecta. “La música es para todos, y debería unirnos”. Además acotó que “Si Correa y Uribe asistieran juntos a un concierto de vallenatos las peleas se terminarían”.

Mientras hace su entrada el grupo Sensación, Pamela, una colombiana de 22 años, se para en su silla y aplaude mientras grita “¡Que viva Colombia!”, a lo que alrededor responden con un aplauso. Ella cuenta que se siente en casa cuando asiste a este tipo de conciertos. Dice que los ecuatorianos tienen un pésimo concepto de los colombianos, y que ella se siente afectada por un mínimo grupo que no representa al Ecuador. No es partidaria de su presidente, pero lo respeta, de igual manera que al presidente ecuatoriano.

Por su parte, los organizadores sostienen que es muy bien remunerado el organizar este tipo de eventos. Sienten que hacen un bien al unir mediante la música a dos naciones, aunque su felicidad se complementa el momento de recibir las ganancias.

Al final del concierto solo quedan las letras flotando en el pensamiento y la espera para el siguiente evento, en donde ecuatorianos y colombianos, unidos por la música, se reúnan en un abrazo y coreen letras acompañadas por un acordeón, esperando que no solo el vallenato nos de dicha oportunidad, sino que también lo haga un San Juan.


¡Pura Vida!

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